La diseñadora de vestuario, Mary
Zophres, cuenta que quería tener un pie en la puerta de la realidad y otro en
la de la fantasía y es por esto que empezó dibujando los bocetos e investigando
hasta llegar a la fórmula.
Se quería alinear a cómo la gente
se vestía en el siglo XXI, pero considerando que los dos personajes
principales, son amantes de la historia, así que tomó siluetas de las épocas
pasadas y las entalló a sus cuerpos.
Analizaron el guión página por
página, junto con el diseñador de producción y la diseñadora de escenario.
Por ejemplo, en una escena, “Mía”,
asiste a una audición justo después de que se tira café encima de la ropa y
trae una bolsa amarilla, entonces se le ocurrió, ya que todas las chicas que
acuden a una sala de espera para audicionar
se ven similares, hacer que todas traigan un detalle amarillo y que sea
el color acento.
Es así que había una chica con
una pulsera amarilla, otra con un suéter amarillo colgado en una silla, etc. Todos
los detalles de la película fueron muy bien cuidados; si se decidía el color
que iba a usar Mía, se avisaba al equipo y, viceversa, cuando ellos encontraban
una locación lo comunicaban, desde combinar el color de pared, o de la cortina
de la ducha de la que va a salir el personaje etc...
En otra escena, cuenta la
diseñadora de vestuario, con alrededor de 40 bailarines grabando en una rampa,
se necesitó el triple de ropa por si algo se rompía o acababa muy sudada y se cuidó el progreso que se iba a ver en los
colores, de acuerdo a la gráfica del contenido emocional de las escenas en la
película.
Con respecto a la actriz principal Emma Stone, comentó que se ve muy bien con líneas limpias,
entonces, trabajó en los escotes que iba a llevar. Se inspiró conceptualmente,
para ver en qué tipo de vestuario se iba a ver más bonita y en lo que iba a
funcionar para los números de baile.
Afirma que fue una combinación de
muchas cosas, pero lo más importante fue encontrar el balance entre lo que es
clásico, bonito y romántico.
Fuente: People en
español /Pinterest
By KJ Soda